Creencias sobre vampiros

Le Vampire, litografía de R. de Moraine en Les Tribunaux secrets (1864).

A lo largo de la historia y en numerosas culturas han aparecido diversas creencias sobre vampiros, tanto en la mitología como en el folclore de pueblos muy diferentes entre sí. Culturas como la mesopotámica, la judía, la griega y la romana incluyen dentro de su mitología cuentos acerca de entidades demoníacas y espíritus sedientos de sangre que se consideran precursores de los vampiros modernos.

Sin embargo, a pesar de la existencia de mitos acerca de estas criaturas en la Antigüedad, el folclore de la entidad que hoy conocemos como «vampiro» se origina casi exclusivamente a partir de principios del siglo XVIII en el sureste de Europa,[1]​ como las tradiciones orales de muchos grupos étnicos de la región han registrado y publicado. En la mayoría de los casos, los vampiros son seres no muertos malvados, víctimas de suicidio, o brujas, pero también pueden ser creados mediante la posesión de un cadáver por un espíritu malévolo o al ser mordido por un vampiro. La creencia en tales leyendas fue tan habitual en algunas zonas que se registraron casos de histeria colectiva e incluso de ejecuciones públicas de las personas sospechosas de ser vampiros.[2]

La universalidad del mito del vampiro ha llevado a algunos autores a relacionar los elementos comunes de estas creencias con los arquetipos universales, especialmente la muerte, y es considerado uno de los elementos ancestrales constituyentes del inconsciente colectivo, en el cual confluyen diversos miedos, como a la oscuridad o la enfermedad. Desde una perspectiva psicoanalítica, el vampiro es considerado una sublimación del narcisismo y el complejo de castración, con una fuerte carga sexual.

Partiendo normalmente del centro y el este de Europa, durante los siglos XVIII y XIX circularon libremente numerosas leyendas sobre estas criaturas mitológicas, conformando mitos tan completos y numerosos que influyeron definitivamente en el resto de tradiciones europeas, sobre todo gracias a la literatura gótica y los relatos de los irlandeses Bram Stoker y Sheridan le Fanu. Estas tradiciones siguen siendo reinterpretadas en la literatura y el cine actuales.

Otras tradiciones ajenas a la influencia europea, como las propias de Asia, África o la América precolombina, se han combinado con el vampiro europeo, haciendo difícil la distinción entre las creencias autóctonas y las derivadas del intercambio cultural. El folclore propio de poblaciones dispersas en numerosos países, como los romaníes o los judíos, que incluyen tradiciones sobre espíritus malvados similares a los vampiros, han ayudado a expandir el mito hasta conformar un conjunto firme de tradiciones al que se han dedicado muchos estudios desde las más diversas disciplinas.

  1. Silver & Ursini, pp. 22-23.
  2. Cohen: Encyclopedia of Monsters, pp. 271-274.

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